LAGRIMAS DE SAN PEDRO
Siempre su madre le decía
que no trajera a casa esas semillas que según la tradición daban mala suerte.
Contra viento esas gramíneas que según el lenguaje popular llamaban "Lágrimas de
San Pedro" se movían produciendo el sonido típico de los pastizales cuando
chocan las plantas una contra otra. Un sonido que le acompañó durante sus años
de infancia y que ahora le recordaba que su suerte verdaderamente había
cambiado.
La planta era muy común en los charrales* y orilla de los caminos y hasta en las aceras de las ciudades y pueblos se le veía sobresalir entre otras plantas de menor tamaño. Sus semillas eran unos ramilletes de perlitas blancas, difuminadas con pequeñas tonalidades negras. Algunas eran totalmente blancas y cuando la planta se secaba totalmente, eran fácilmente desprendibles de la espiga. Con sólo tomarlas con la mano, quedaban en la palma de cinco a seis brillantes perlitas.
Mientras volvían a su mente esas imágenes de recuerdo, se dedicó a entrelazar las Lágrimas de San Pedro hasta formar el séptimo collar del día.
Recordaba que después de jugar a la pelota o cansarse de andar en bicicleta se quedaba un buen rato a la orilla de un lote baldío extrayendo de los matorrales las semillas preciadas para llevarlas a casa y guardarlas en una lata de galletas, para luego jugar con ellas a hacerse rosarios y pulseras que en seguida regalaba a su novia, una niña de bellos ojos color miel y ensortijados cabellos castaños. En otras ocasiones acostumbraba jugar con las semillas a las canicas o simplemente hacía cuadro de barquitos o aviones pegando las perlitas en un cartón de cereal o caja de zapatos, decorándolos luego con botones de multiples colores o chapas de refresco.
Esa tarde mientras ensartaba las semillas y formaba los collares, pensó cómo fue a parar a ese lugar. Había comenzado su historial delictivo robando dulces en las tiendas del mercado, luego se introdujo en el mundo del consumo de drogas y terminó en el tráfico de estupefacientes, no sin antes haber sido apresado por asalto a mano armada y robo agravado con intento de homicidio. Permanecía ya más de cinco años de prisión y le faltaban cinco más para purgar su condena. No es que las semillas de San Pedro le habían provocado tan desventurada suerte, era que según él la vida lo había tratado mal. Hoy , muchos años despues, volvían a su mente las palabras de su madre diciéndole que no llevara a casa esas endemoniadas semillas,que su suerte estaría echada si jugaba con ellas. Los abalorios que esa tarde estaba enebrando, serían vendidos como artesanías en la feria que los encargados del penitenciario acostumbraban realizar durante el "Veranillo de San Juan"*.
Después de acomodar las herramientas en los cajones y a una hora de comenzar la actividad, colocó los collares en el exhibidor y dispuso ubicarse en el puesto que le correspondería en la exposición. Al pasar por una de las ventanas del pabellón B se detuvo a observar como el viento de esa cálida tarde, movía los matorrales de unos de los patios más descuidados del penitenciario, pero de donde sobresalían varias plantas de Lagrimas de San Pedro, las que nunca fueron su mala suerte, la suerte se la había construído él mismo. Esas semillas eran simples recuerdos de infancia.
La planta era muy común en los charrales* y orilla de los caminos y hasta en las aceras de las ciudades y pueblos se le veía sobresalir entre otras plantas de menor tamaño. Sus semillas eran unos ramilletes de perlitas blancas, difuminadas con pequeñas tonalidades negras. Algunas eran totalmente blancas y cuando la planta se secaba totalmente, eran fácilmente desprendibles de la espiga. Con sólo tomarlas con la mano, quedaban en la palma de cinco a seis brillantes perlitas.
Mientras volvían a su mente esas imágenes de recuerdo, se dedicó a entrelazar las Lágrimas de San Pedro hasta formar el séptimo collar del día.
Recordaba que después de jugar a la pelota o cansarse de andar en bicicleta se quedaba un buen rato a la orilla de un lote baldío extrayendo de los matorrales las semillas preciadas para llevarlas a casa y guardarlas en una lata de galletas, para luego jugar con ellas a hacerse rosarios y pulseras que en seguida regalaba a su novia, una niña de bellos ojos color miel y ensortijados cabellos castaños. En otras ocasiones acostumbraba jugar con las semillas a las canicas o simplemente hacía cuadro de barquitos o aviones pegando las perlitas en un cartón de cereal o caja de zapatos, decorándolos luego con botones de multiples colores o chapas de refresco.
Esa tarde mientras ensartaba las semillas y formaba los collares, pensó cómo fue a parar a ese lugar. Había comenzado su historial delictivo robando dulces en las tiendas del mercado, luego se introdujo en el mundo del consumo de drogas y terminó en el tráfico de estupefacientes, no sin antes haber sido apresado por asalto a mano armada y robo agravado con intento de homicidio. Permanecía ya más de cinco años de prisión y le faltaban cinco más para purgar su condena. No es que las semillas de San Pedro le habían provocado tan desventurada suerte, era que según él la vida lo había tratado mal. Hoy , muchos años despues, volvían a su mente las palabras de su madre diciéndole que no llevara a casa esas endemoniadas semillas,que su suerte estaría echada si jugaba con ellas. Los abalorios que esa tarde estaba enebrando, serían vendidos como artesanías en la feria que los encargados del penitenciario acostumbraban realizar durante el "Veranillo de San Juan"*.
Después de acomodar las herramientas en los cajones y a una hora de comenzar la actividad, colocó los collares en el exhibidor y dispuso ubicarse en el puesto que le correspondería en la exposición. Al pasar por una de las ventanas del pabellón B se detuvo a observar como el viento de esa cálida tarde, movía los matorrales de unos de los patios más descuidados del penitenciario, pero de donde sobresalían varias plantas de Lagrimas de San Pedro, las que nunca fueron su mala suerte, la suerte se la había construído él mismo. Esas semillas eran simples recuerdos de infancia.
buenisimo!
ResponderEliminarUna bellas perlas vegetales.
ResponderEliminarPero es tan cierto que es de mala suerte
ResponderEliminarEstoy tomando el te de esta planta para sanar mi riñón. Y leí algo muy interesante.y es que si se hierven las fruticas ( las perlitas) y se bañan a los bebes recién nacidos se les proteje de enfermedades. Y también es maravillosa para curar el cáncer. la naturaleza es bondadosa con nosotros.
ResponderEliminarMi esposo me regalo in bracelets de estas semillas y me parece muy delicado y bonito...la mala suerte prebiene de nuestras malas decisions y actiones
ResponderEliminarBueno a mí me da suerte 👁️👁️🍀
ResponderEliminarMe gusta esas semillas 👁️👁️🍀
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