REFLEXIONES TRASCENDENTES
PRÓLOGO:
A lo largo de mi vida, en notas sueltas escritas desde los asientos de los buses, sentado en las bancas de las iglesias y parques, o simplemente en la intimidad de mi habitación una serie de reflexiones
fui enumerando,hasta conformar este cumulo de ideas que decidí armar en este pequeño libro compuesto por seis capítulos. Espero sea de su agrado.
REFLEXIONES I
LA ANTIRAZÓN
Debo confesar mi inquietud por aquellas razones que no se han dado y aquellos discursos sin terminar.
No creo en las palabras del hombre que rasgan el velo del alma y atacan al indefenso ser que aún no ha nacido.
Debo confesar mi inquietud por aquellas razones inacabadas, por la aspereza del vientre que no quiso acoger al niño y aquellos pechos que no amamantaron nunca.
Podría dar mil razones por las que confieso mi inquietud, por aquellas razones que no se han dado, pero ello no cambiaría la existencia de estas ideas. ¿Además, a quién le interesaría descifrar lo que quiero decir?
Sólo somos un puñado de razones sin acabar.
EL LATIR DE TU EXISTENCIA
Aléjate de la soledad, si ésta te impide escuchar la voz de Dios.
Pero acércate a ella, cuando quieras encontrar en tu corazón el latir de tu existencia.
INVÁLIDOS DE ESPÍRITU
Hay personas que han logrado atravesar la muralla de la inutilidad y se han convertido en verdaderos ejemplares de superación. Lo triste es que también existen personas que aún contando con la gracia de ser completos y lo han tenido todo, viven como lisiados, ¡Verdaderos inválidos de espíritu!
LA ANTIRAZÓN
Debo confesar mi inquietud por aquellas razones que no se han dado y aquellos discursos sin terminar.
No creo en las palabras del hombre que rasgan el velo del alma y atacan al indefenso ser que aún no ha nacido.
Debo confesar mi inquietud por aquellas razones inacabadas, por la aspereza del vientre que no quiso acoger al niño y aquellos pechos que no amamantaron nunca.
Podría dar mil razones por las que confieso mi inquietud, por aquellas razones que no se han dado, pero ello no cambiaría la existencia de estas ideas. ¿Además, a quién le interesaría descifrar lo que quiero decir?
Sólo somos un puñado de razones sin acabar.
EL LATIR DE TU EXISTENCIA
Aléjate de la soledad, si ésta te impide escuchar la voz de Dios.
Pero acércate a ella, cuando quieras encontrar en tu corazón el latir de tu existencia.
INVÁLIDOS DE ESPÍRITU
Hay personas que han logrado atravesar la muralla de la inutilidad y se han convertido en verdaderos ejemplares de superación. Lo triste es que también existen personas que aún contando con la gracia de ser completos y lo han tenido todo, viven como lisiados, ¡Verdaderos inválidos de espíritu!
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REFLEXIONES II
CONCIENCIA NUMERO UNO
Las mentes se dividen cuando los que la dominan encuentran un pretexto para satisfacer sus intereses. Lo peor del caso es que habemos algunos ques sin exteriorizar nuestros impulsos, nos vemos obligados a abandonar nuestros ideales para ir tras de los que invaden nuestro espacio vital. Es como confundirse entre las miles de gotas que conforman el vasto océano.
Nos damos cuenta entonces que no somos nada para quienes ni siquiera significamos algo. Sólo para el Grande, el Único, el Mayor...
CONCIENCIA NUMERO DOS
Es mentira, las mentes no pueden dividirse cuando la mar la conforman miles de gotas que piensan igual, que sufren igual, que luchan igual. Y esas gotas no pueden ser de agua, son de sangre, el líquido vital que conforma nuestra existencia. Y no estamos solos, hay almas que sin conocerse, velan nuestros sueños, y arrullan nuestras esperanzas.
Nos damos cuenta de que sí valemos y que aún significamos algo, no sólo para el Grande, El Único, el Mayor.
AQUELLA PALABRA PERDIDA
Hay hilos que tocan nuestra existencia y condensan en una sola palabra nuesta súplica, cuando son más de dos y hasta tres los que miramos hacia nuestro interior. Encontramos esa palabra perdida, esa alegre tonada, esa pulsación de corazones desgarrados. Como que no soy únicamente yo, son miles que gritamos ¡Libertad!.
Las mentes se dividen cuando los que la dominan encuentran un pretexto para satisfacer sus intereses. Lo peor del caso es que habemos algunos ques sin exteriorizar nuestros impulsos, nos vemos obligados a abandonar nuestros ideales para ir tras de los que invaden nuestro espacio vital. Es como confundirse entre las miles de gotas que conforman el vasto océano.
Nos damos cuenta entonces que no somos nada para quienes ni siquiera significamos algo. Sólo para el Grande, el Único, el Mayor...
CONCIENCIA NUMERO DOS
Es mentira, las mentes no pueden dividirse cuando la mar la conforman miles de gotas que piensan igual, que sufren igual, que luchan igual. Y esas gotas no pueden ser de agua, son de sangre, el líquido vital que conforma nuestra existencia. Y no estamos solos, hay almas que sin conocerse, velan nuestros sueños, y arrullan nuestras esperanzas.
Nos damos cuenta de que sí valemos y que aún significamos algo, no sólo para el Grande, El Único, el Mayor.
AQUELLA PALABRA PERDIDA
Hay hilos que tocan nuestra existencia y condensan en una sola palabra nuesta súplica, cuando son más de dos y hasta tres los que miramos hacia nuestro interior. Encontramos esa palabra perdida, esa alegre tonada, esa pulsación de corazones desgarrados. Como que no soy únicamente yo, son miles que gritamos ¡Libertad!.
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REFLEXIONES III
VASTEDAD
En la vastedad de este minúsculo tiempo se me agolpa el alma en el corazón que se encoje hasta tocar fondo en un olvido que duele y me oprime en lo hondo en un silencio que hiere.
SILENCIO ENTRE DOS
Al igual que una hamaca, el silencio se mece en el aire, colgando de una idea de amor construido a fuerza de ayeres. Y los dos sin decirse nada, porque ya dijeron todo, esperando el minuto necesario para seguir trazando instantes de consuelos prestados sin dejar de vivir lo que exigen los hombres.
TRASGRESIÓN
Trasgrediendo el sinónimo de la sonrisa hasta convertirla en una torpe mueca de alegría desnudé mi rostro ante las miradas incrédulas de los que no saben cómo vivir la espera silenciosa del ansiado día en que los sueños se conviertan en raíces de perfumadas flores y no existan ya sombras en las sillas vacías.
COMO GAVIOTA EN VUELO
Tengo que respirarlo todo para creer que estoy vivo. Libar de las calles para experimentar a qué saben. Tengo que inclinarme hacia el mendrugo para conocer el hambre y sonreírle a la niña que me ofrece sus brazos. De todas formas tengo que hacer lo que los demás hacen, sólo por el hecho de estructurar en mi mente un poco más de la lógica viviente; aquella que mueve a cada paso las formas humanas, como marionetas en festival. Pero sobre todo tengo que tragarme el desvelo y transpirar mis recuerdos. Morir en mis sueños, para retornar como gaviota en vuelo, libre y sereno, capaz de conquistar lo Eterno, pero con el alma en el corazón del hombre.
En la vastedad de este minúsculo tiempo se me agolpa el alma en el corazón que se encoje hasta tocar fondo en un olvido que duele y me oprime en lo hondo en un silencio que hiere.
SILENCIO ENTRE DOS
Al igual que una hamaca, el silencio se mece en el aire, colgando de una idea de amor construido a fuerza de ayeres. Y los dos sin decirse nada, porque ya dijeron todo, esperando el minuto necesario para seguir trazando instantes de consuelos prestados sin dejar de vivir lo que exigen los hombres.
TRASGRESIÓN
Trasgrediendo el sinónimo de la sonrisa hasta convertirla en una torpe mueca de alegría desnudé mi rostro ante las miradas incrédulas de los que no saben cómo vivir la espera silenciosa del ansiado día en que los sueños se conviertan en raíces de perfumadas flores y no existan ya sombras en las sillas vacías.
COMO GAVIOTA EN VUELO
Tengo que respirarlo todo para creer que estoy vivo. Libar de las calles para experimentar a qué saben. Tengo que inclinarme hacia el mendrugo para conocer el hambre y sonreírle a la niña que me ofrece sus brazos. De todas formas tengo que hacer lo que los demás hacen, sólo por el hecho de estructurar en mi mente un poco más de la lógica viviente; aquella que mueve a cada paso las formas humanas, como marionetas en festival. Pero sobre todo tengo que tragarme el desvelo y transpirar mis recuerdos. Morir en mis sueños, para retornar como gaviota en vuelo, libre y sereno, capaz de conquistar lo Eterno, pero con el alma en el corazón del hombre.
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REFLEXIONES IV
AGUARDANDO
Como cuando las gotas estallan en las techumbres. Una pequeña parte de las horas revienta en segundos, esperando aferrarse a la mano segura del destino, para aguardar el qué vendrá.; soportando la absurda idea de que el azar se recueste en alguna esquina olvidada de nuestra impaciencia.
ADEFESIO DE RECUERDOS.
Avanzamos a tientas acumulando trozos de vidas pasadas en el oscuro ático de nuestra inconciencia; para armar luego un adefesio de recuerdos que ya no nos pertenece. Y proyectamos inciertos futuros con nuestras pesadas cargas y la
vida se nos va en la humedad de nuestro iris, y el dolor se nos queda en el nudo de nuestras gargantas.
TRASCENDIENDO
En noches como ésta es cuando me pregunto ¿que quieren de mi?, o en el mejor de los casos ¿por qué estoy aquí?. Y casi salta a la vista la idea de que ya no interesa cuántas veces haya cometido errores, o cuán profundo haya caído en la desesperación de saber si tendré otra oportunidad. Lo importante es la seguridad de que hay mecanismos que prosiguen la vida, sin que estos pensamientos perturben su marcha.
Al fin y al cabo lo que interesa no es fallar, sin continuar devorando minutos a la existencia.
Dejando el signo indeleble de que estuve aquí. Imprimiendo los pasos con el personal sello de nuestros dones. Saboreando el vino de una dicha, las veces efímera, pero motivante de esperanza, para el humano corazón dolido.
En silencio, como esta noche. Puerto Limón, 11 de abril de 1999.
TESTIGOS MUDOS
A veces me pregunto si los santos de la iglesias observan a los que por sus pasillos caminan. Algunos son de piedra, otros de madera y escayola. Algunos sonríen, otros parecen mirarnos con ojos de tristeza, de compasión.
Desde los altares nos observan. Ven pasar al rico que no piensa más que en su dinero. Miran al pobre que enfría las plantas de sus pies con el frío mosaico. Miran los corazones del afligido que en plegaria piden consuelo. Miran al humilde que viene a encenderle una vela en su honor. Pero también mira más allá de los muros, a la calle, a la gente que apresurada trata de be ber a prisa los últimos minutos de la tarde. Ven lo feo y lo bonito,lo malo y lo bueno. Ven el pecado con ojos de misericordia y piden al Cielo que no castigue esta Tierra.
Oran en silencio esos santos de iglesia. Oran hasta callar, oran porque también fueron humanos y pidieron a Dios una gracia.
A veces me pregunto si los santos de las iglesias nos miran.
Yo creo que sí.
Como cuando las gotas estallan en las techumbres. Una pequeña parte de las horas revienta en segundos, esperando aferrarse a la mano segura del destino, para aguardar el qué vendrá.; soportando la absurda idea de que el azar se recueste en alguna esquina olvidada de nuestra impaciencia.
ADEFESIO DE RECUERDOS.
Avanzamos a tientas acumulando trozos de vidas pasadas en el oscuro ático de nuestra inconciencia; para armar luego un adefesio de recuerdos que ya no nos pertenece. Y proyectamos inciertos futuros con nuestras pesadas cargas y la
vida se nos va en la humedad de nuestro iris, y el dolor se nos queda en el nudo de nuestras gargantas.
TRASCENDIENDO
En noches como ésta es cuando me pregunto ¿que quieren de mi?, o en el mejor de los casos ¿por qué estoy aquí?. Y casi salta a la vista la idea de que ya no interesa cuántas veces haya cometido errores, o cuán profundo haya caído en la desesperación de saber si tendré otra oportunidad. Lo importante es la seguridad de que hay mecanismos que prosiguen la vida, sin que estos pensamientos perturben su marcha.
Al fin y al cabo lo que interesa no es fallar, sin continuar devorando minutos a la existencia.
Dejando el signo indeleble de que estuve aquí. Imprimiendo los pasos con el personal sello de nuestros dones. Saboreando el vino de una dicha, las veces efímera, pero motivante de esperanza, para el humano corazón dolido.
En silencio, como esta noche. Puerto Limón, 11 de abril de 1999.
TESTIGOS MUDOS
A veces me pregunto si los santos de la iglesias observan a los que por sus pasillos caminan. Algunos son de piedra, otros de madera y escayola. Algunos sonríen, otros parecen mirarnos con ojos de tristeza, de compasión.
Desde los altares nos observan. Ven pasar al rico que no piensa más que en su dinero. Miran al pobre que enfría las plantas de sus pies con el frío mosaico. Miran los corazones del afligido que en plegaria piden consuelo. Miran al humilde que viene a encenderle una vela en su honor. Pero también mira más allá de los muros, a la calle, a la gente que apresurada trata de be ber a prisa los últimos minutos de la tarde. Ven lo feo y lo bonito,lo malo y lo bueno. Ven el pecado con ojos de misericordia y piden al Cielo que no castigue esta Tierra.
Oran en silencio esos santos de iglesia. Oran hasta callar, oran porque también fueron humanos y pidieron a Dios una gracia.
A veces me pregunto si los santos de las iglesias nos miran.
Yo creo que sí.
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REFLEXIONES V
LLUVIA:
Cada vez que llueve se me abre el corazón a pedazos, y se me llena de mariposas el pecho, inflamándose no sé de que loca alegría de tiempos buenos.
Y en el aire una sonrisa hace cabriolas con el sueño, hasta posarse serena en mi frente. Y la estancia se inunda de un impetuoso río de nostalgias y de mi bolsillos rotos se escurre una letanía de antiguas voces que me recuerdan que aún vivo y tengo esperanza.
REFLEXIÓN TRASCENDENTE:
Hay veces que debemos construirnos recuerdos porque los primeros nunca existieron o nadie se preocupó porque los tuviésemos. Entonces nos antojamos de glorias pasadas y nos embadurnamos de remembranzas felices, para ocultar el temor a los sinsabores de una ayer cargado de penas y un adiós que no quisimos vivir.
DENTRO DEL ALMA:
Dios no se esconde en las almas que no le buscan. Él se guarda en los corazones humildes que esperan su presencia. Trasluce en aquellas sonrisas inimginables; en aquellos espacios de silencio, entre los que buscan la paz. No se hace invisible porque no pueda. Se transparenta en los ojos cubiertos de lágrimas; en los rincones del alma buena, en la caridad de una presencia.
Cada vez que llueve se me abre el corazón a pedazos, y se me llena de mariposas el pecho, inflamándose no sé de que loca alegría de tiempos buenos.
Y en el aire una sonrisa hace cabriolas con el sueño, hasta posarse serena en mi frente. Y la estancia se inunda de un impetuoso río de nostalgias y de mi bolsillos rotos se escurre una letanía de antiguas voces que me recuerdan que aún vivo y tengo esperanza.
REFLEXIÓN TRASCENDENTE:
Hay veces que debemos construirnos recuerdos porque los primeros nunca existieron o nadie se preocupó porque los tuviésemos. Entonces nos antojamos de glorias pasadas y nos embadurnamos de remembranzas felices, para ocultar el temor a los sinsabores de una ayer cargado de penas y un adiós que no quisimos vivir.
DENTRO DEL ALMA:
Dios no se esconde en las almas que no le buscan. Él se guarda en los corazones humildes que esperan su presencia. Trasluce en aquellas sonrisas inimginables; en aquellos espacios de silencio, entre los que buscan la paz. No se hace invisible porque no pueda. Se transparenta en los ojos cubiertos de lágrimas; en los rincones del alma buena, en la caridad de una presencia.
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REFLEXIONES VI
I. REFLEXIÓN EN LO ALTO DE UNA LOMA.
Heme aquí en lo alto de una loma, observando mi ciudad. Desde aquí se vislumbra como un portal de casitas de cartón.
Aquí arriba el sol me quema la espalda y el viento agita a una rapaz. Estando aquí creo que la vida es buena. Sólo espero en mi mesa un buen pan,una taza de café, y esperar un día más volver a este lugar...
Desde lo alto de los cerros de San Miguel.
II. ES FÁCIL OLVIDAR:
Es fácil olvidar el árbol que muere en la colina, y la alondra que ya no nida en los aleros de las casas suburbanas.
Y hasta se ignora con más frecuencia al que recoge la sobras de "Mac Donald" en los basureros de la ciudad, porque es más fácil olvidarlo. Y se impregna el olvido en las ropas y el cuerpo huele a no me 0lvides
Y la indiferencia inunda las mentes de los seres que habitan esta nada, aguardando llenar sus existencias con lo que le sobre del día, durmiendo el mundo aletargado por la inconciencia entre manos sucias a dinero podrido. Esperando ser abiertas al viento, como mariposas en vuelo.
Sólo se abofetea y no se besan las mejillas. Sólo se escupe y no se limpia el rostro. Sólo se olvida el beso y se recuerda el obstinado egoismo.
III. MI CRISTO NEGRO DE LA COLINA.
Miras a un norte que nubla y a un silencio que calla. Lo miras todo y no encuentras palabras para llorar lo que amas. Sólo te quedas ahí extendiendo tus manos al firmamento, mientras el frío se te pega al bronce de tus vestidos. Algún día subiré a mirarte y callar lo mucho dicho. Desandaré el camino y me hincaré a honrar tu palabra. Espero estés ahí sobre tu pedestal de carrara para besar tus pies, tan negros como mi alma...
Dedicado a una estatua de Cristo Redentor, carretera a la ciudad de Cartago,
Costa Rica.
IV. SONIDOS DE UN RIO CONTAMINADO.
Hay sonidos que no podrán ser contaminados por más que el hombre lo intente.
Y éste es el de un río en plena ciudad. Ni las bolsas de plástico, los envaces de comida, ni las latas de aceite le quitarán el encanto que las aguas tienen al transcurrir por el lecho. Sólo basta con cerrar los ojos para escuchar cómo nada ha cambiado, como esa maravilla de Dios sigue incólume y cómo lo único que ha cambiado es quizás un descuidado tañido de un envase de vidrio golpeandose en una roca...
V. EN MI CELDA
Encuentro mucha paz en mis encuentros con aquellos que llevaron una vida virtuosa. Evoco entonces la sonrisa de Teresita del Niño Jesús y las Contemplaciones que busque en Las Fuentes de la Alegría de San Francisco de Sales o la sencillez de Francisco de Asís. Gracias les doy a Santa Teresa de
Avila y al hermano Pedro de Bethancourt porque han llenado mi alma de inspiraciones. Y en cada noche, cuando el murmullo del viento roza las ramas de un árbol en el tejado; mientras los grillos entonan una melodía nostálgica, uno mi corazón al del Amado en ésta mi celda, la de mi alma...
18 de julio de 1991.
I. REFLEXIÓN EN LO ALTO DE UNA LOMA.
Heme aquí en lo alto de una loma, observando mi ciudad. Desde aquí se vislumbra como un portal de casitas de cartón.
Aquí arriba el sol me quema la espalda y el viento agita a una rapaz. Estando aquí creo que la vida es buena. Sólo espero en mi mesa un buen pan,una taza de café, y esperar un día más volver a este lugar...
Desde lo alto de los cerros de San Miguel.
II. ES FÁCIL OLVIDAR:
Es fácil olvidar el árbol que muere en la colina, y la alondra que ya no nida en los aleros de las casas suburbanas.
Y hasta se ignora con más frecuencia al que recoge la sobras de "Mac Donald" en los basureros de la ciudad, porque es más fácil olvidarlo. Y se impregna el olvido en las ropas y el cuerpo huele a no me 0lvides
Y la indiferencia inunda las mentes de los seres que habitan esta nada, aguardando llenar sus existencias con lo que le sobre del día, durmiendo el mundo aletargado por la inconciencia entre manos sucias a dinero podrido. Esperando ser abiertas al viento, como mariposas en vuelo.
Sólo se abofetea y no se besan las mejillas. Sólo se escupe y no se limpia el rostro. Sólo se olvida el beso y se recuerda el obstinado egoismo.
III. MI CRISTO NEGRO DE LA COLINA.
Miras a un norte que nubla y a un silencio que calla. Lo miras todo y no encuentras palabras para llorar lo que amas. Sólo te quedas ahí extendiendo tus manos al firmamento, mientras el frío se te pega al bronce de tus vestidos. Algún día subiré a mirarte y callar lo mucho dicho. Desandaré el camino y me hincaré a honrar tu palabra. Espero estés ahí sobre tu pedestal de carrara para besar tus pies, tan negros como mi alma...
Dedicado a una estatua de Cristo Redentor, carretera a la ciudad de Cartago,
Costa Rica.
IV. SONIDOS DE UN RIO CONTAMINADO.
Hay sonidos que no podrán ser contaminados por más que el hombre lo intente.
Y éste es el de un río en plena ciudad. Ni las bolsas de plástico, los envaces de comida, ni las latas de aceite le quitarán el encanto que las aguas tienen al transcurrir por el lecho. Sólo basta con cerrar los ojos para escuchar cómo nada ha cambiado, como esa maravilla de Dios sigue incólume y cómo lo único que ha cambiado es quizás un descuidado tañido de un envase de vidrio golpeandose en una roca...
V. EN MI CELDA
Encuentro mucha paz en mis encuentros con aquellos que llevaron una vida virtuosa. Evoco entonces la sonrisa de Teresita del Niño Jesús y las Contemplaciones que busque en Las Fuentes de la Alegría de San Francisco de Sales o la sencillez de Francisco de Asís. Gracias les doy a Santa Teresa de
Avila y al hermano Pedro de Bethancourt porque han llenado mi alma de inspiraciones. Y en cada noche, cuando el murmullo del viento roza las ramas de un árbol en el tejado; mientras los grillos entonan una melodía nostálgica, uno mi corazón al del Amado en ésta mi celda, la de mi alma...
18 de julio de 1991.
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