miércoles, 25 de abril de 2012



LA ESTRELLA DE MAR

Miró que al desvanecerse la espuma, aquella estrella de mar había quedado atrapada entre la arena y cientos de piedrecillas blancas
que no eran otra cosa que astillas de coral, redondeadas por el abrasivo vaivén de las olas. La tomó entre sus manos y sintió en sus dedos la vida de ese animal marino, condensado en los miles de filamentos que se movían acompasados al ritmo de las vibraciones del planeta. Después el rojo intenso de la tarde se concentró sobre aquella sinuosa estructura y pensó entonces en la virtud de acercarse a esa primigenia forma. Creyó entonces que el cielo eclosionaba en minúsculos fragmentos y lo que tenía en sus manos no era más que una de sus estrellas, materializada en esa idea. Pensó entonces que él era apenas una minúscula criatura que en el vasto universo poco significaba. Devolvería a las aguas lo que el Cielo le había regalado. ¡Continuó existiendo!.

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