sábado, 21 de abril de 2012



OJOS TRISTES

Ella se enamoró de sus ojos tristes, de aquella mirada perdida cada vez que él observaba la ventana, ansiando que la luz de la tarde no le abandonara .
Algo en su interior le había movido a fijarse en él, ni siquiera sabía su nombre, hasta que una amistad conocida se lo proporcionó, pero ella prefería llamarlo como "el hombre de los ojos tristes", aquel del que se había prometido a sí misma su vida entregar, aunque fuera en la torpe idea de un encuentro fugaz, uno que según ella no tuviera importancia. Pero esa tarde, al filo del ocaso ese hombre clavó sus tristes ojos en ella, le pidió un primer beso y ella accedió. Luego todo fue noches de desvelo, llegadas a casa tarde, excusas de tareas de colegio sin hacer. Lo cierto es que aquellos ojos tristes la tenían obsesionada y él la idea sola de volver a enamorarse a los treinta le seducía, sobre todo después de diversos intentos fallidos por encontrar a alguien que llenara sus espectativas. Es por eso que poco a poco el amor los fue envolviendo en un torbellino de besos y ropas en el suelo, caricias violentas y arrugas en las sábanas, aunque ambos nunca olvidarán su primer encuentro, ella con un nerviosismo que se desbordaba por sus poros, transpirando miedos de niña, temores de adolescente y espectativas de mujer, él con la idea fija de convertir esa noche en una inolvidable, en una que con el pasar de los años ambos recordarán como el inicio de todo.
Por eso cuando las luces de la tarde dieron paso a la nocturnidad, el hombre de los ojos tristes vió por primera vez la desnudez de esa mujer que tanto comenzaba a gustarle, pudo tocar su cuerpo y fundirse en un dulce abrazo que nada soltaría. Ella simplemente yaciente en la cama seguiría observando esos ojos que le enternecían y lo amó esa noche y cientos de otras más hasta el cansancio, tanto como para que ambos decidieran unir sus vidas, juntar proyectos y construir ilusiones. Hoy ella ya lo llama por su nombre de pila, pero al observar tras las ventanas, o al caer la tarde, todavía lo recuerda en su lecho como el hombre de los ojos tristes y todavía se pregunta a que se debe esa mirada, él nunca le dijo el porqué.

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