RECONOCIENDO SU IMPORTANCIA
Un día un árbol de navidad
decidió quitarse los adornos que le colgaban de sus ramas. Según él le pesaban
mucho y lo hacían verse ridículo. Que campanitas doradas, esferas multicolores y
luces que le mareaban de tanto parpadeo, que guirnaldas plateadas y bastones
simulando dulces en sus puntas y para colmo una gran estrella dorada rematando
su testa. Cuando logró liberarse de tal suplicio se sintió árbol libre de
bosque. Pero de repente cuando se miró solo, sin aquellos guindajos en la amplia
sala de aquella casa se sintió desnudo y definitivamente pensó que a veces un
poquito de abalorios por aquí y maquillaje por acá son necesarios en alguna
ocasiones para ponerse a tono con la moda y las costumbres de aquella época tan
esperada por los niños. Ese es el sacrificio de la fama y la gloria. Si hay
objeto más representativo de la navidad, son los árboles de navidad y según él
no era la excepción.
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