jueves, 26 de abril de 2012


RECONOCIENDO SU IMPORTANCIA

Un día un árbol de navidad decidió quitarse los adornos que le colgaban de sus ramas. Según él le pesaban mucho y lo hacían verse ridículo. Que campanitas doradas, esferas multicolores y luces que le mareaban de tanto parpadeo, que guirnaldas plateadas y bastones simulando dulces en sus puntas y para colmo una gran estrella dorada rematando su testa. Cuando logró liberarse de tal suplicio se sintió árbol libre de bosque. Pero de repente cuando se miró solo, sin aquellos guindajos en la amplia sala de aquella casa se sintió desnudo y definitivamente pensó que a veces un poquito de abalorios por aquí y maquillaje por acá son necesarios en alguna ocasiones para ponerse a tono con la moda y las costumbres de aquella época tan esperada por los niños. Ese es el sacrificio de la fama y la gloria. Si hay objeto más representativo de la navidad, son los árboles de navidad y según él no era la excepción.

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