UNA CUCHARA PARA NIGEL
Ese día me encontraba muy
entretenido cocinando una rica sopa de verduras con carne. Muchas veces me
dedico a esas labores culinarias porque siempre he sido conciente de que las
mujeres trabajan demasiado en el hogar y porqué no , una manito de vez en cuando
aligera su carga. Ese día, después de picar la cebolla, el chile y demás
especias, calentar el agua y picar las verduras, se me acercó mi hijo Nigel, el
más pequeño, con una cuchara sopera que consiguió de no sé qué lugar y sobre una
silla que estaba cerca de la estufa se dispuso a revolver el contenido de la
olla que estaba a punto de hervir. No se si por mi instinto protector de padre o
por mi egoísta forma de ver las cosas, pues a mí no me gusta que nadie
intervenga en mis labores caseras que lo aparté bruscamente, no sin antes
vociferarle unas cuantas palabras de desaprobación. El pobre, salió de la cocina
con la cuchara todavía embarrada del contenido de la olla y con la cabeza baja.
Casi inmediatamente que lo vi salir, me consideré el peor de los monstruos que
existen, en este planeta. Dejé lo que estaba haciendo y me acerqué a él que
sentadito en el sillón de la sala permanecía callado. Me acerqué y lo abracé
fuertemente. Después lo besé y comencé a tener una larga conversación que
redundó en las medidas preventivas que todo padre debe tener con sus hijos para
evitar accidentes en el hogar, sobre el respeto de los espacios de acción que
debemos guardar entre los miembros de la familia y otras sandeces que de seguro
un niño de escasos cinco años ni siquiera comprendía. Cuando después de unos
minutos de esa inútil conversación empezó a aburrir a mi pequeño interlocutor,
me encontré escuchándome yo sólo diciendo prácticamente estupideces. Me quedé en
silencio por unos instantes y después de un largo suspiro sólo me quedó
sonreírle y pronunciar la única palabra inteligente que debía decir: "¡perdón!".
Lo abracé de nuevo y permanecimos callados por un largo rato. Al final de ese
conciliador espacio de tiempo mi pequeño Nigel me expresó que sólo quería
ayudarme.
-"Está bien hijo, trae la cuchara, vamos a revolver la sopa pero esta vez con mucho cuidado".
Al recuento de esta historia, no se si mi hijo llegará a ser un chef profesional, o si finalmente se inclinará por cualquier otra profesión. En realidad no me importa si logra ocupar un puesto muy alto en alguna compañía, o si en un futuro será un prominente abogado, médico o ingeniero, lo único que sí desearía es que sea un buen padre y cuando cometa algún error con alguno de sus hijos tenga la capacidad de abrazarlos y pedirles perdón, pero sobre todo que esté dispuesto a involucrarlos en todas las áreas de su vida.
-"Está bien hijo, trae la cuchara, vamos a revolver la sopa pero esta vez con mucho cuidado".
Al recuento de esta historia, no se si mi hijo llegará a ser un chef profesional, o si finalmente se inclinará por cualquier otra profesión. En realidad no me importa si logra ocupar un puesto muy alto en alguna compañía, o si en un futuro será un prominente abogado, médico o ingeniero, lo único que sí desearía es que sea un buen padre y cuando cometa algún error con alguno de sus hijos tenga la capacidad de abrazarlos y pedirles perdón, pero sobre todo que esté dispuesto a involucrarlos en todas las áreas de su vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario