domingo, 29 de abril de 2012


ANIMALILLOS DE FICCIÓN

Encerrado entre paredes, no me queda otra forma de evasión que mirar a través de la ventana las ramas de los árboles moverse al compás del viento y hojas caer de las alturas; mientras el sonido de la quebrada saturada de inmundicia corre por el horadado lecho.

Adentro de esta habitación, me acompaña el gato montés, con su mirada expectante fija contra la pared, el búho nival de manchas grises que observa la lámpara del techo como diciendo: "¡prefiero la obscuridad!", mientras la tortuga de porcelana fría, ataviada de naranjas flores sonríe con su singular boquilla. Estoy seguro que se encuentra feliz de estar ahí. Por su parte el viejo alce de felpa que ya no rima como adorno de la navidad recién pasada se señorea entre los estantes. Es cuando creo entonces que el hombre recrea en miniatura los animales que alguna vez abundaron en la Tierra, por el simple hecho de confesar la culpa de ser el responsable de que éstos sean cada vez menos o simplemente ya no estén entre nosotros.
9 de enero de 2011.

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