RETRATO DE UN SOBREPESO
"Me avergüenzo de como soy; no me gusta mi cuerpo..."
Aquel pintor la miró de frente, tocó su barbilla con ternura y le dió un cálido beso, como jamás lo había hecho.
Cierto que había retratado decenas de mujeres desnudas, pero aquella blanca piel y grandes pechos provocaron en él un deseo inmenso de impregnar el lienzo con la belleza de esa mujer pasada de peso. La amaba y aunque con otras modelos mucho más delgadas había tenido encuentros furtivos en la cama, ella había logrado verdaderamente prender su corazón. No era un simple encuentro sexual; había descubierto que el amor no se regía por los cánones de la belleza que la sociedad actual exigía, sino por lo que ella aportaría a su vida.
"Pero no soy como las mujeres que siempre retratas, de piernas largas y delgadas..."
Él seguía viéndola en silencio, conteniendo una lágrima que sin querer cayó al suelo y con más ternura la siguió besando mientras sus manos poco a poco se perdieron entre los pliegues de aquella fémina, que tantos años había sufrido por su obeso cuerpo.
Finalmente el delgado cuerpo de aquel artista se fundió con esa Venus de Willendorf, aquella cuyo retrato quedó a medio terminar sobre el lienzo, uno que de seguro al día siguiente sería ocupado por aquella acomplejada pero hermosa mujer que meses después se convertiría en su esposa.
Esa noche los pinceles no fueron usados. El amor quedó retratado sobre la blanca superficie de las sábanas por las manos mismas de aquel pintor.
Aquel pintor la miró de frente, tocó su barbilla con ternura y le dió un cálido beso, como jamás lo había hecho.
Cierto que había retratado decenas de mujeres desnudas, pero aquella blanca piel y grandes pechos provocaron en él un deseo inmenso de impregnar el lienzo con la belleza de esa mujer pasada de peso. La amaba y aunque con otras modelos mucho más delgadas había tenido encuentros furtivos en la cama, ella había logrado verdaderamente prender su corazón. No era un simple encuentro sexual; había descubierto que el amor no se regía por los cánones de la belleza que la sociedad actual exigía, sino por lo que ella aportaría a su vida.
"Pero no soy como las mujeres que siempre retratas, de piernas largas y delgadas..."
Él seguía viéndola en silencio, conteniendo una lágrima que sin querer cayó al suelo y con más ternura la siguió besando mientras sus manos poco a poco se perdieron entre los pliegues de aquella fémina, que tantos años había sufrido por su obeso cuerpo.
Finalmente el delgado cuerpo de aquel artista se fundió con esa Venus de Willendorf, aquella cuyo retrato quedó a medio terminar sobre el lienzo, uno que de seguro al día siguiente sería ocupado por aquella acomplejada pero hermosa mujer que meses después se convertiría en su esposa.
Esa noche los pinceles no fueron usados. El amor quedó retratado sobre la blanca superficie de las sábanas por las manos mismas de aquel pintor.
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