domingo, 8 de abril de 2012


HALCÓN PEREGRINO

Miró a lo lejos sobre la llanura inmensa el peregrino al halcón.
Peregrino como él mismo, viajante como él.
Siempre en busca de lugares santos, inmaculados terrenos donde observarlo todo, entregándose al sueño de alargar una milla más su existencia.
Suspendido en el aire le parece un cometa, revoloteando sus alas como nocturna mariposa ante la luz. Pensó entonces que el ave era él mismo, siempre encumbrándose a las alturas del cielo que cada vez le parecía más lejano y cayendo en picada cuando su corazón no hacía bien.
Mira a lo lejos al halcón peregrino, el peregrino que aún no llega a completar su destino.
Faltan bosques de encino que cruzar, como si cada rama, cada hoja le sugiriese un pecado que borrar, indulgencias que recibir por cada paso andado.
Escalar cárcavas sombrías, tropezar con lo terreno, mojarse de lo humano para alcanzar lo divino.
Avanza a tientas el solitario peregrino, guiado por el peregrino halcón que sobre la estepa fría sus alas desgrana.
Vuela a tientas sobre la fría hierba la solitaria ave, enredando sus plumas en el enebro creciente. Sumerge entonces en las profundas aguas de oscuros estanques, promesas inconclusas de un cambio que no sucedió. Luego anida entre las flores, orándole al cielo no acechen las sombras, no llegue su depredador, pase por alto su linaje, proteja sus frágiles crías. No detiene su andar el peregrino que cual halcón sobre los techos otea el horizonte en busca de algún torreón de iglesia que en lontananza le indique la meta que está por concluir. Su maltratado ropaje, no es más que plumas al viento. Su desgarbado pico le indica está débil ya. Miles de kilómetros acumulados a cuesta, joroban su espalda. Sus garras ya nos son pies más.
Sobre la aguja de una vieja torre sus esperanzas flaquean, su fe ha sido puesto a prueba se desvanece hasta no dar más.
A la mañana siguiente una tibia mano recoge el cuerpo aún palpitante, lo coloca sobre el altar, exhala sobre su cuerpo inerte aliento de vida, reanima sus fuerzas; le susurra oraciones de ánimo.
Deja de ser peregrino el halcón que hasta ayer surcaba el viento. No vuela más. Sobre la cúpula del templo, el cielo mismo ha encontrado, al lugar sagrado llegó. Lo divino se ha volcado a él. La Gracia de Dios sobre sus alas posó.

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