sábado, 21 de abril de 2012


MIRADAS FURTIVAS

Sobre el sotobosque la luna se colaba por entre las ramas de los árboles y hacía esparcir cristales luminiscentes sobre el arroyuelo. Plumones al aire dormitaban en la serena y azulada espesura. Todo estaba en calma, excepto en el corazón de aquel que palpitaba aceleradamente a mil. Ya había andado por la comarca en las noches de plenilunio, pero en esta ocasión presentía que algo especial le sucedería. Una ráfaga de aire llevó hasta su nariz olor a musgo, humedad y flores silvestres, pero sobre todo un extraño olor que excitaba sus sentidos en una combinación que nunca antes había experimentado, tanto que hasta se sintió como fuera de sí y creía volar. Después de reponerse de tal sensación, continuó caminando por entre troncos, hojas caídas y ramas que lo rozaban a su paso. Al llegar a la parte más alta del bosque, una silueta se recortó entre la oquedad de la noche, como si fuera una maravillosa visión de otro mundo.

Poco a poco se fue acercando a ella, mientras observaba que la oscura imagen apenas se movía. Su estilizada forma le atrajo al punto que quiso correr a su encuentro, pero contuvo su aliento hasta no más poder. Intentó dar un paso a la vez para no hacer ruido, logrando sigilosamente llegar hasta la base de la loma que servía de pedestal a la inusitada figura.

Cuando logró colocarse casi a la par de ella, se dio cuenta , como el resplandor de la luna sobre el hermoso rostro femenino le permitía observar unos maravillosos ojos color miel que lentamente se abrieron para dar paso a una sensual mirada, abanicada a penas por dos bellas pestañas que con magistrales movimientos sedujeron esa noche al embelesado amante . Después de un silencio, la hermosa figura acercó sutilmente su pequeña nariz sobre el observador que nervioso no podía pronunciar palabra alguna. Ella mirándolo de frente con esos hermosos ojos, como si presintiera su torpe timidez delicadamente pronunció la pregunta esperada:
¿Cómo te llamas?
¡ Me, me, llamo Bambi.!

El aire retenido en los expectantes pulmones de aquella sala, dieron paso a largos suspiros que luego se convirtieron en satisfechas sonrisas de quienes se entretenían esa tarde en el cine.

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