PUNTITAS LA ESTRELLITA DESOBEDIENTE
El siguiente cuento lo escribí como una asignación del Kinder de
mi hijo Etienne. Los padres debíamos escribir un cuento que enseñara sobre un
valor: yo escogí el de la obediencia. Mélannie es mi hija y ese personaje al
igual que puntitas los eligió él. En realidad entre los dos lo hicimos y este es
el resultado. Yo sólo le di forma. La idea original es de Etienne".
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PUNTITAS LA ESTRELLITA DESOBEDIENTE
A Mélannie le gustaba mirar las estrellas detrás de la ventana de su cuarto, sobre todo cuando las noches eran cálidas y serenas. Un día vio en el cielo una estrella que se hacía cada vez más grande. El astro en realidad no era tan grande cómo lo creía Mélannie, lo que pasaba es que la distancia entre ellas era cada vez menor. Después de un rato la estrella, en realidad diminuta, quedó suspendida detrás de la ventana y abriendo un par de ojitos titilantes y con voz tímida se dirigió a la niña.
-¡Hola!, me llamo Puntitas; ¿y tú como te llamas?
-Me llamo Mélannie, pero dime: ¿Qué andas haciendo por aquí?
-Paseábamos mi mamá y yo por la galaxia y por perseguir un cometa muy brillante me alejé sin permiso de ella y me perdí. ¿Sábes tú qué puedo hacer?
Mélannie, respirando hondo después del tremendo susto que le dio la tan inesperada visita respondió a continuación con tan sabias palabras:
- Estrellita, sabes que una vez yo hice lo mismo; desobedecer a mi mamita, me alejé y me perdí en el bosque que está detrás de mi casa. El susto fue tan grande que corría la noche y nadie me encontraba. De repente comencé a escuchar el canto del búho en lo alto de una rama y el aullido del coyote que creía me iba a comer. Sólo recuerdo que tenía tanto frío que supuse me iba a congelar, hasta que unos fuertes y cálidos brazos ,sólo los que las madres con su amor tienen, me sostuvieron y lograron rescatar de esa espantosa noche.
Mi corazón se arrepintió tanto en ese momento que estallé en llanto y le prometí a mi mamá nunca más volver a desobedecerle.
Te recomiendo que al igual que yo la esperes, porque estoy seguro que tu mamita vendrá y te rescatará. Eso sí no vuelvas a escaparte y prometeme obedecerle en todo lo que ella te pida.
Entonces Puntitas con lágrimas en sus ojos y muy arrepentida dijo en voz alta, que nunca más lo volvería a hacer.
Y lloró tanto que su quejido llegó hasta los oídos de la Gran Estrella, su mamá, quién presurosa voló a rescatarla.
Y dicho y hecho, como si la noche se convirtiera en día, una fuerte luz invadió el cielo y con una bella cola plateada apareció una hermosa estrella, más grande que el mismo sol y al divisar a su retoño perdido, la abrazó con tanta fuerza y amor que se fundieron en una sola nube de gases y polvo cósmico. De repente las dos se fueron alejando hasta convertirse apenas en un puntito allá en el cielo.
Mélannie sólo recuerda a la visitante de esa noche despidiéndose con una gran sonrisa y dejando una estela de rayitos luminosos como diciendo: ¡aquí te dejo un caminito, por si quieres seguirme!
Finalmente Mélannie se acurrucó hacia la derecha de la cama, pues la noche estaba muy fría y todavía faltaba mucho para que amaneciera.
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PUNTITAS LA ESTRELLITA DESOBEDIENTE
A Mélannie le gustaba mirar las estrellas detrás de la ventana de su cuarto, sobre todo cuando las noches eran cálidas y serenas. Un día vio en el cielo una estrella que se hacía cada vez más grande. El astro en realidad no era tan grande cómo lo creía Mélannie, lo que pasaba es que la distancia entre ellas era cada vez menor. Después de un rato la estrella, en realidad diminuta, quedó suspendida detrás de la ventana y abriendo un par de ojitos titilantes y con voz tímida se dirigió a la niña.
-¡Hola!, me llamo Puntitas; ¿y tú como te llamas?
-Me llamo Mélannie, pero dime: ¿Qué andas haciendo por aquí?
-Paseábamos mi mamá y yo por la galaxia y por perseguir un cometa muy brillante me alejé sin permiso de ella y me perdí. ¿Sábes tú qué puedo hacer?
Mélannie, respirando hondo después del tremendo susto que le dio la tan inesperada visita respondió a continuación con tan sabias palabras:
- Estrellita, sabes que una vez yo hice lo mismo; desobedecer a mi mamita, me alejé y me perdí en el bosque que está detrás de mi casa. El susto fue tan grande que corría la noche y nadie me encontraba. De repente comencé a escuchar el canto del búho en lo alto de una rama y el aullido del coyote que creía me iba a comer. Sólo recuerdo que tenía tanto frío que supuse me iba a congelar, hasta que unos fuertes y cálidos brazos ,sólo los que las madres con su amor tienen, me sostuvieron y lograron rescatar de esa espantosa noche.
Mi corazón se arrepintió tanto en ese momento que estallé en llanto y le prometí a mi mamá nunca más volver a desobedecerle.
Te recomiendo que al igual que yo la esperes, porque estoy seguro que tu mamita vendrá y te rescatará. Eso sí no vuelvas a escaparte y prometeme obedecerle en todo lo que ella te pida.
Entonces Puntitas con lágrimas en sus ojos y muy arrepentida dijo en voz alta, que nunca más lo volvería a hacer.
Y lloró tanto que su quejido llegó hasta los oídos de la Gran Estrella, su mamá, quién presurosa voló a rescatarla.
Y dicho y hecho, como si la noche se convirtiera en día, una fuerte luz invadió el cielo y con una bella cola plateada apareció una hermosa estrella, más grande que el mismo sol y al divisar a su retoño perdido, la abrazó con tanta fuerza y amor que se fundieron en una sola nube de gases y polvo cósmico. De repente las dos se fueron alejando hasta convertirse apenas en un puntito allá en el cielo.
Mélannie sólo recuerda a la visitante de esa noche despidiéndose con una gran sonrisa y dejando una estela de rayitos luminosos como diciendo: ¡aquí te dejo un caminito, por si quieres seguirme!
Finalmente Mélannie se acurrucó hacia la derecha de la cama, pues la noche estaba muy fría y todavía faltaba mucho para que amaneciera.
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