GUAYABAS AL SOL
Aquel niño tuvo la maravillosa idea de decorar aquel árbol de guayabas. Lo había descubierto al subir aquella colina repleta de basura. Desde pequeño había vivido rodeado de cajas de cartón, restos de comida, botellas plásticas y cientos de desechos que los humanos tendemos a deshacernos y que a algún lugar van a parar. Esos lugares en que una miríada de familias acostumbran a separar lo servible de lo inservible y que a costa de años logran acumular algo de dinero para transformar sus miserables vidas, en el que en alguna olvidada esquina del tiempo, el alcohol, las drogas y una eterna pobreza los integran también al resto de la basura, convirtiéndolos en desechos mismos de la sociedad.
Llegaban los vientos alisios del norte ese año más fríos que de costumbre, pero en las viejas casuchas alrededor del botadero, el humo de las chimeneas se doblaba hacia el sur. Como siempre los alimentos eran frugales y no habrían regalos esa navidad, mucho menos un arbolito que decorar. Pero esa tarde, aquel niño quiso regalar a toda su familia y a la comunidad entera un hermoso regalo.
Inmediatamente se dio a la tarea de recolectar botellas plásticas, y cajas de cartón. Con algunos tarros de pintura que había recolectado del mismo botadero pintó de verde, rojo , azul y dorado las cajas y botellas. Con algunos abalorios y listones que pudo extraer de una descuidada caja que algún sastre mandó al estañón de la basura, decoró bellamente los adornos recién hechos.
Siguiendo su ejemplo, los demás niños de esa pobre y olvidada comunidad comenzaron a recolectar cuantos desechos sirvieran para formar los hermosos adornos navideños.
El crepúsculo los encontró sobre aquella desolada colina llena de basura colgando aquellos accesorios sobre las ramas de aquel guayabo que extendía sus ramas a las primeras estrellas que asomaban sobre la bóveda celeste.
Como nunca habían trabajado en equipo para realizar una obra tan maravillosa. Todos estaban orgullosos de la labor concluida, aunque lamentaban no poder iluminar el árbol, pues no contaban con extensiones de luces navideñas y de todas maneras las pocas que habían encontrado entre las montañas de basura estaban inservibles, y además, ¿de dónde tomarían la electricidad que ni siquiera tenían?.
Lo cierto es que esa noche todos los niños de la comunidad durmieron plácidamente hasta el otro día, hasta la mañana de navidad, despertados únicamente por una multitud que se aglomeró frente a aquel hermoso árbol de guayaba cuyas figurillas de cartón de caja y botellas colgaban de las frondosas ramas, pero sobre todo ante el asombro de la gente al mirar el regalo que en recompensa por los bellos adornos puestos , la naturaleza les entregaba a la vista, decenas de hermosas guayabas maduras que de la noche a la mañana brotaron y que a la luz del sol brillaron como lucecitas mismas de navidad. Ese día fue de fiesta para toda esa comunidad
Llegaban los vientos alisios del norte ese año más fríos que de costumbre, pero en las viejas casuchas alrededor del botadero, el humo de las chimeneas se doblaba hacia el sur. Como siempre los alimentos eran frugales y no habrían regalos esa navidad, mucho menos un arbolito que decorar. Pero esa tarde, aquel niño quiso regalar a toda su familia y a la comunidad entera un hermoso regalo.
Inmediatamente se dio a la tarea de recolectar botellas plásticas, y cajas de cartón. Con algunos tarros de pintura que había recolectado del mismo botadero pintó de verde, rojo , azul y dorado las cajas y botellas. Con algunos abalorios y listones que pudo extraer de una descuidada caja que algún sastre mandó al estañón de la basura, decoró bellamente los adornos recién hechos.
Siguiendo su ejemplo, los demás niños de esa pobre y olvidada comunidad comenzaron a recolectar cuantos desechos sirvieran para formar los hermosos adornos navideños.
El crepúsculo los encontró sobre aquella desolada colina llena de basura colgando aquellos accesorios sobre las ramas de aquel guayabo que extendía sus ramas a las primeras estrellas que asomaban sobre la bóveda celeste.
Como nunca habían trabajado en equipo para realizar una obra tan maravillosa. Todos estaban orgullosos de la labor concluida, aunque lamentaban no poder iluminar el árbol, pues no contaban con extensiones de luces navideñas y de todas maneras las pocas que habían encontrado entre las montañas de basura estaban inservibles, y además, ¿de dónde tomarían la electricidad que ni siquiera tenían?.
Lo cierto es que esa noche todos los niños de la comunidad durmieron plácidamente hasta el otro día, hasta la mañana de navidad, despertados únicamente por una multitud que se aglomeró frente a aquel hermoso árbol de guayaba cuyas figurillas de cartón de caja y botellas colgaban de las frondosas ramas, pero sobre todo ante el asombro de la gente al mirar el regalo que en recompensa por los bellos adornos puestos , la naturaleza les entregaba a la vista, decenas de hermosas guayabas maduras que de la noche a la mañana brotaron y que a la luz del sol brillaron como lucecitas mismas de navidad. Ese día fue de fiesta para toda esa comunidad
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