RODANDO ABROJOS
Rodando abrojos en polvorientos caminos,
un amor se colgó una tarde de la punta
de mis tristezas.
Me arrancó una sonrisa del cascajo de mis labios
y mis ojos aguzaron la silueta de la lluvia,
que como dama impetuosa empapó mi camisa,
me vistió de alegrías plenas,
saludando margaritas.
Rodando abrojos por caminos polvorientos,
un amor se colgó una tarde de la punta
de mis tristezas.
Se animó a decir mi nombre,
me dijo me llamo Estrella, de luces blanquecinas,
de sol y luna llena.
Y como noche borrascosa, en lontananza llevó mis penas.
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