martes, 7 de febrero de 2012



LA TROMBA

Le quité la batería al reloj para que dejara de funcionar, quizás así mi tiempo se detendría y no sería necesario más salir a observar el plato de luz pegado a la oquedad de la noche que con sus influjos activa las mareas del amor.
Luego era sólo mi carne y mis huesos andando por las calles, atravezando los caños, dándome cuenta que en la oscuridad, mi vista ya corta buscaba cómo colocar mis pies uno al lado del otro para no resbalar en el empedrado. Así mi caminata nocturna me dirigió hacia el tajamar,donde un individuo disfrazado de hombre se arrecostó en el borde del malecón a respirar el aire marino. Sin enterarse que lo observaba, me di cuenta que su nariz respiraba tan hondo que a grandes sorbos comenzó a tragarse el mar y emborrachado de tanto liquido salino se transformó en una Tromba que arrazó con lo que encontraba a su paso: árboles, edificios e instalaciones humanas. No estaba conciente de que se había convertido en un monstruo peligroso. A lo lejos y con la prisa con que los noticieros quieren aturugarnos sus ideas -que por lo general no son las nuestras- un periodista y camarógrafo de no sé cual cadena televisiva se acercó a la salvaje criatura y tras hacerle un "close-up" el arriesgado casa noticias le preguntó cuál era la razón de su furia, a lo que el fenómeno atmosférico contestó con la siguiente historia: hubo un tiempo en el que él fue un ser humano como cualquier otro, que trabajaba ocho horas diarias para ganarse el sustento, que comía y dormía y hacía sus necesidades biológicas y hasta se daba el lujo de amar, pero al que estaba prohibido lo amaran, pues un tribunal lo consideró una inadaptado social, aquel que sólo se merecía el desprecio y la burla de la sociedad. Lo condenaron de por vida a deambular por las calles y a combidarse de las migajas que caían de las inquisidoras bocas de los transeúntes.
Muchos iguales a él habían realizado huelgas para enfrentar a las autoridades sin éxito. Más bien éstas querían extender la condena incluso a los que tuvieran ideas sobresalientes, o simplemente diferentes a las de los demás.
Por eso es que cuando se senía triste y angustiado, gustaba pasear en las noches y sentarse frente al mar a respirar su aire puro y con ello renovar
energías. Lo que pasó entonces es que esa noche respiró tanto aire salino que se tragó el mar entero y se convirtió en tromba. Al darse cuenta que se había transformado en un ser Todo Poderoso, quizo vengarse de los que le habían hecho daño.
El Periodista rebuscó en el bolsillo un pañuelo para secarse el rostro de las gotas que el remolino arrojaba, sin antes quedar asombrado de la historia en exclusiva qu acaba de escuchar.
No sé si poque comenzaba a sentirse incómodo con la entrevista o por la velocidad que llevaba, que la tromba se desplazó rápidamente del lugar hacia mar adentro donde se perdió de vista. Lo último que se escuchó no fue sino un..."¡No más comentarios!". Y de la misma forma el periodista y su asistente empapados hasta los ruedos se fueron por donde vinieron.
Con ese puñado de impresiones continué mi caminata nocturna y regresé de nuevo a mi casa. Ya en ésta y después de lavarme los dientes antes de dormir, me miré al espejo y reflexioné en voz alta:
¡Mejor sigo respirando el smog de la ciudad, no sea que me pase lo mismo!

Puerto Limón, Costa Rica.

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