viernes, 3 de febrero de 2012



EL ESPANTAPAJAROS

Los pies al pisar las cañas secas producían un sonido acompasado con los latidos de aquel hombre que luchaba por salir hacia los linderos del extenso maizal. Sintió los pasos de alguien que lo seguía, sólo que en esta ocasión no se trataba de su hermano mayor. Estaba acostumbrado a que le hiciera esa broma, pero en esta ocasión no era él. Sabía que si volvía la vista atrás sería atrapado de inmediato, no tendría salvación. Apenas tres minutos atrás un rayo había caído sobre el viejo espantapájaros que se encontraba mal trecho en medio del inmenso maizal. Lo extraño es que el monigote no se había quemado, sino que por el contrario por extrañas fuerzas, aún inexplicables parecía que había tomado vida . En forma macabra hasta había aumentado de tamaño y amenazaba acabar con toda forma de vida a la redonda.
Su rostro que hacía poco se trataba de una simple calabaza con ojos ahuecados, adquirió el color de las cadavéricas calaveras de ultratumba. Su raído sombrero se había convertido en un yelmo al estilo medieval y sus pantalones de lona ya rotos por el viento se transformaron en armadura de caballero. Con sus propias manos arrancó de cuajo uno de los leños que sostenía ara su endeble cuerpo de paja y por las fuerzas maléficas que le acompañaban la convirtió en un afilado sable que a la luz de la luna parecía la cola de un cometa chispeante que mostraba el filo de la misma muerte. El hombre siguió pisando las cañas secas de maíz, corriendo a todo galope, como alma que llevaba el mismo diablo. No quería volver atrás, debía seguir. Sabía que el granero estaba cerca y si lograba llegar hasta donde el arroyo atravesaba la cerca de abedules, estaría a salvo del terrible espantapájaros. Faltaban apenas diez metros para llegar al puente que separaba la fuente de agua con la cerca , cuando de pronto una rama se le enredó en su pie, cayendo irremediablemente al suelo. Se detuvo y aguzando su oído lo más que pudo notó que ya no escuchaba la amenaza por la cual huía, el campo quedó totalmente sumido en un profundo silencio, y ni los grillos se escuchaban . Al incorporarse para continuar corriendo topó de frente con la bestia que le perseguía. El pobre hombre fue asido de sus brazos por el gigante y de un solo bocado el infernal ser se lo tragó por completo. Después de masticarlo, regurgitó un par de botas y la hebilla de su brillante cinturón.
Antes de que regresara a su original sitio, dada las primeras luces del alba , el espantapájaros convertido en endemoniada criatura se difuminó tras las palabras de...
"A ver Carlitos, apaga el televisor y venga de inmediato a cenar...
A esa hora transmitían "Historias de Terror". Por cierto esa noche Carlitos no apagó el televisor, lo castigaron con no cenar y tuvo pesadillas de espantapájaros persiguiéndolo en un extenso campo de maíz.

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