
LA BOTELLA AZUL
Con sus pupilas azules observó contra el cristal la hermosa botella también de
un hermoso color azul profundo. Tan profundo como el mismos mar que apenas un
año atrás había conocido en un viaje familiar hacia el sur del país. Deseaba
tenerla entre sus manos, así que se acercó al mostrador de la vieja tienda y con
una tímida vocecilla interpeló a Don Juan el tendero que se encontraba en labor
de empacar granos de arroz en sendas bolsas plásticas hasta acumular los dos
kilos que sugería la cámara de comerciantes detallistas. El niño presuroso le
pidió le vendiera esa hermosa botella a cambio de las pocas monedas que guardaba
celoso en los raídos bolsillos de sus pantalones.
-"¿Cuántas monedas tienes?".
-"Apenas dos de cincuenta colones cada una".
- Esas no son suficientes.
Y como preparándose para contar sus ya conocidas historias fantásticas, Don Juan apoyó sus gruesos brazos sobre el mostrador y con un guiño de malicia y una frotada de sus plateados bigotes abrió sus labios para pronunciar la sorprendente historia. Según él la botella fue adquirida en un bazar de la misma Arabia, misma que había sido encontrada a merced del viento y el sol en pleno desierto. Unos beduinos la hallaron, mientras sus caravanas se dirigían hacia el norte La botella era mágica ya que poseía un brebaje para enamorar a las mujeres más bellas de Oriente. Él mismo había tomado de las pocas gotas que contenía el recipiente y con ello había logrado enamorar a su esposa, la misma que hoy en día compartía su habitación detrás de la tienda. Dicen que cuando era joven, era la mujer más bella del barrio y la envidia de muchos. Ahora con los años había subido de peso y ya presentaba en su rostro las marcas que solo dan los años, pero el anciano tendero la seguía amando como el primer día que la conoció, según él por los embrujos de la mencionada botella.
-"Bueno muchacho , y te preguntarás ¿cómo llego esta reliquia a mis manos?", preguntó Don Juan al niño.
Ésta fue adquirida por el capitán de un barco que después de navegar por cientos de mares, llegó a unos de los puertos del Atlántico del país por ahí de 1857 , quien al tocar suelo se la vendió de inmediato a mi tatarabuelo paterno por unas cuantas monedas como las que me quieres ofrecer . El capitán le había contado la historia de la botella y la magia para adquirir pareja con solo unos cuantos sorbos del contenido. Así mi familia , fue pasando de generación en generación la hermosa botella azul , siempre guardando un poquito del líquido maravilloso hasta construir nuestro árbol genealógico que ha llegado hasta nuestros días".
La historia se suspendió cuando sonó la campana de la entrada al llegar unos clientes que venían a comprar aceite para sus lámparas de mano. Después de atenderlos y despacharlos, Don Juan se dispuso a encender su pipa y con un aire de orgullo aspiró una bocanada de humo, después del cual se dirigió al niño con estas palabras:
-"No muchacho, por nada del mundo me desharía de esta botella, es una reliquia familiar"
El niño, con sus ojitos azules y con una lágrima asomándosele por el rabillo, le suplicó se la vendiera o al menos le diera unas cuantas gotitas del contenido para según él, enamorar a la linda niña de cabellos dorados como el mismo sol que sentadita en su sillita de madera de palo de rosa acostumbraba asomarse por entre las amapolas del jardín de la casa de al lado.
El bonachón gordo de Don Juan con una sonrisa maliciosa asomándosele por entre los pómulos , en silencio se acercó a la ventana y extrajo de la urna la ansiada botella color azul como los mismos ojos del infante. En un frasco pequeño de una de las alacenas derramó unas cuantas gotas del extraño líquido y con torpeza se las colocó en las manitos del inocente. Feliz el niño y después de agradecerle, salió corriendo hacia la puerta con el anhelado tesoro . Don Juan lo detuvo con un: "¡Espera jovencito!. Se te olvida que este es un gran secreto que cuesta dinero, no es gratis, dame una moneda de las tuyas y te llevarás a parte del brebaje una paleta para que te la comas en el camino". Después del intercambio, el niño salió con una carita de felicidad que pocas veces se vio por ese lugar, mientras que detrás del mostrador el Gordo de Don Juan mostró una gran satisfacción por el negocio recién hecho.
-"¿Cuántas monedas tienes?".
-"Apenas dos de cincuenta colones cada una".
- Esas no son suficientes.
Y como preparándose para contar sus ya conocidas historias fantásticas, Don Juan apoyó sus gruesos brazos sobre el mostrador y con un guiño de malicia y una frotada de sus plateados bigotes abrió sus labios para pronunciar la sorprendente historia. Según él la botella fue adquirida en un bazar de la misma Arabia, misma que había sido encontrada a merced del viento y el sol en pleno desierto. Unos beduinos la hallaron, mientras sus caravanas se dirigían hacia el norte La botella era mágica ya que poseía un brebaje para enamorar a las mujeres más bellas de Oriente. Él mismo había tomado de las pocas gotas que contenía el recipiente y con ello había logrado enamorar a su esposa, la misma que hoy en día compartía su habitación detrás de la tienda. Dicen que cuando era joven, era la mujer más bella del barrio y la envidia de muchos. Ahora con los años había subido de peso y ya presentaba en su rostro las marcas que solo dan los años, pero el anciano tendero la seguía amando como el primer día que la conoció, según él por los embrujos de la mencionada botella.
-"Bueno muchacho , y te preguntarás ¿cómo llego esta reliquia a mis manos?", preguntó Don Juan al niño.
Ésta fue adquirida por el capitán de un barco que después de navegar por cientos de mares, llegó a unos de los puertos del Atlántico del país por ahí de 1857 , quien al tocar suelo se la vendió de inmediato a mi tatarabuelo paterno por unas cuantas monedas como las que me quieres ofrecer . El capitán le había contado la historia de la botella y la magia para adquirir pareja con solo unos cuantos sorbos del contenido. Así mi familia , fue pasando de generación en generación la hermosa botella azul , siempre guardando un poquito del líquido maravilloso hasta construir nuestro árbol genealógico que ha llegado hasta nuestros días".
La historia se suspendió cuando sonó la campana de la entrada al llegar unos clientes que venían a comprar aceite para sus lámparas de mano. Después de atenderlos y despacharlos, Don Juan se dispuso a encender su pipa y con un aire de orgullo aspiró una bocanada de humo, después del cual se dirigió al niño con estas palabras:
-"No muchacho, por nada del mundo me desharía de esta botella, es una reliquia familiar"
El niño, con sus ojitos azules y con una lágrima asomándosele por el rabillo, le suplicó se la vendiera o al menos le diera unas cuantas gotitas del contenido para según él, enamorar a la linda niña de cabellos dorados como el mismo sol que sentadita en su sillita de madera de palo de rosa acostumbraba asomarse por entre las amapolas del jardín de la casa de al lado.
El bonachón gordo de Don Juan con una sonrisa maliciosa asomándosele por entre los pómulos , en silencio se acercó a la ventana y extrajo de la urna la ansiada botella color azul como los mismos ojos del infante. En un frasco pequeño de una de las alacenas derramó unas cuantas gotas del extraño líquido y con torpeza se las colocó en las manitos del inocente. Feliz el niño y después de agradecerle, salió corriendo hacia la puerta con el anhelado tesoro . Don Juan lo detuvo con un: "¡Espera jovencito!. Se te olvida que este es un gran secreto que cuesta dinero, no es gratis, dame una moneda de las tuyas y te llevarás a parte del brebaje una paleta para que te la comas en el camino". Después del intercambio, el niño salió con una carita de felicidad que pocas veces se vio por ese lugar, mientras que detrás del mostrador el Gordo de Don Juan mostró una gran satisfacción por el negocio recién hecho.
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