Taxco
Enclavado en aquella colina, un pueblo extrae
de sus entrañas, sudores de antaño,
recuerdos de un pasado español.
Manos de indígenas trabajado la plata,
Jugándose el destino, esperando ser
sacrificados, mientras el Tlatoani reza
al cielo: ¡Viene el hombre blanco ya!.
Pasos en el D.F.
Guardé mis horas tristes
en el bolsillo de mi pantalón,
y me dispuse a vivir con intensidad
de niño las luces de la tarde;
reflejadas en el torreón
de la Iglesia de la Profesa
y me adentré más allá del dintel
del Bellas Artes,
para encontrarme con que
ya no me cabía más ni un centímetro
en mis zapatos de tanta dicha de andar
la tierra de Juárez, Morelos y los Mexicas.
Y en el Paseo de la Reforma
me quedé contemplando a Dios
en las caras de los niños pidiendo sueños para seguir viviendo.
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