EL MUDO
Mientras
la pluma escribe,
el poeta calla.
No es que calla en estas lineas,
sino en las sombras de la vida.
No calla en el papel,
pero si en el asfalto de la calle.
Queda mudo en la esquina
y recorre con su mirada la gente,
buscando algún pretexto para hablar.
Pero su voz se apaga ante la tristesa
del hombre mientras sus manos
tiemblan al tomar la pluma.
No se atreve si quiera a mover sus manos,
mucho menos sus labios.
Y la calle espera, la noche espera
y la gente espera.
Aún quedan rincones que escribir
y pies descalsos que entintar.
Aún quedan canas blancas que peinar
y muchos llantos por tragar.
Queda tanto que escribir
y tan poco que callar.
Pero que no calle la pluma cuando la voz
de los hombres se intimide
¡Que la tinta no se seque cuando la saliva
deje de humedecer esta verdad!
Y el mudo no lo pudo evitar
su voz calló y con ella la pluma.
el poeta calla.
No es que calla en estas lineas,
sino en las sombras de la vida.
No calla en el papel,
pero si en el asfalto de la calle.
Queda mudo en la esquina
y recorre con su mirada la gente,
buscando algún pretexto para hablar.
Pero su voz se apaga ante la tristesa
del hombre mientras sus manos
tiemblan al tomar la pluma.
No se atreve si quiera a mover sus manos,
mucho menos sus labios.
Y la calle espera, la noche espera
y la gente espera.
Aún quedan rincones que escribir
y pies descalsos que entintar.
Aún quedan canas blancas que peinar
y muchos llantos por tragar.
Queda tanto que escribir
y tan poco que callar.
Pero que no calle la pluma cuando la voz
de los hombres se intimide
¡Que la tinta no se seque cuando la saliva
deje de humedecer esta verdad!
Y el mudo no lo pudo evitar
su voz calló y con ella la pluma.
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