domingo, 20 de mayo de 2012


LA REBELIÓN DE LAS URNAS

Todo era carreras en el recinto electoral, los miembros de mesa ya no sabían que hacer, faltaban pocos minutos para que iniciaran las elecciones nacionales y aquella rebelde urna no quería cumplir su función. Desde temprano habían alistado toda la papelería necesaria para iniciar el proceso de votaciones : revisión de las actas de apertura, padrones con el registro de electores pegado sobre las paredes, confección de los recintos secretos para estampar la decisión de los sufragantes y hasta la urna había sido colocada estratégicamente delante de los funcionarios para poder mirar el acto más sublime de la democracia, introducir en aquel recipiente de cartón corrugado el documento que en unión con miles de ellos darían el poder final a uno de los candidatos para ser electo como gobernante de la Nación. Pero esa mañana fría a pocos minutos de abrir las mesas de votaciones aquella bendita urna se negaba a recibir los sufragios emitidos, pues la ranura que había sido hecha a propósito desaparecía cada vez que los funcionarios llegaban a revisarla. Ya no sabían qué hacer, cambiaban los recipientes por otro y todos automáticamente a la hora de armarlos presentaban que la ventanita para recibir los votos desaparecía como por arte de magia. A los minutos las cadenas televisivas mostraron un panorama abrumador, en todas las mesas electorales del país estaba sucediendo el mismo fenómeno. Todas las urnas se negaban a recibir los votos. Ese día no hubo elecciones y el gobierno de turno declaró emergencia nacional, hasta que se diera una investigación de lo sucedido. Las causas nunca quedaron claras, lo cierto es que en protesta, en una antigua bodega donde se almacenaban las urnas , una de ellas alzó su voz y pronunció un discurso algo "acartonado" como ella misma, pero que recogía el pesar de un pueblo que estaba cansado ya de votar por los mismos candidatos de siempre, quienes en su propaganda no presentaban verdaderas ideas que solucionaran los problemas urgentes de una población desilusionada de sus gobernantes. Ese día cada caja, cada urna decidió hacer voto de silencio y cerrar su boca, para impedir que los ciudadanos votaran. Algo increíble esta historia, pero lo cierto es que sentado en su escritorio, un atrevido escritor la digitó en su computadora personal y por medio de una fibra óptica fue leída más allá de su país.

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