HOY NO TENGO NADA QUÉ ESCRIBIR
Las gotas de lluvia
golpeando sobre mi ventana me recuerdan que debo ponerme un abrigo. Hace frío y
es extraño pues debería hacer calor en esta época del año, pero hoy no.
Una ráfaga sorpresiva interrumpe lo que escribo, hasta que me veo sólo en la sala de mi casa con pluma en mano sin saber qué decir.
A veces los que nos gusta expresar las palabras a través de caracteres encontramos que la tinta se acaba por momentos y las musas nos abandonan. Me levanto a servirme otra taza de café. Rebusco entre mis pensamientos recuerdos vividos que por el momento son fragmentos de sucesos acabados y otros tantos por comenzar; trasnochados en la mente inquieta de este humano que desea estampar su impronta en el papel.
Y los cristales siguen inundándose de lluvia y sobre las techumbres sobrevuelan palomas en busca de que alguien se apiade de sus vacíos estómagos con lo que les sobre de comida.
Sigo con la pluma en mi mano narrando apenas mi falta de inspiración.
Es extraño, soy consciente ahora de que la vida transcurre aún si dejo de escribir, los autos que miro andar, el viento arrastrando las hojas de algún descuidado periódico, el envase plástico corriendo entre las aguas fluyentes de los caños y las palomas que aún vuelan.
No soy único en este conglomerado de hechos por narrar, la vida misma se narra sola, quedando a veces atrapada entre letras, las que los escritores construyen.
Miro de nuevo la ventana y las gotas de lluvia me recuerdan que las musas no llegan hoy, quizás cuando escampe regresen.
Una ráfaga sorpresiva interrumpe lo que escribo, hasta que me veo sólo en la sala de mi casa con pluma en mano sin saber qué decir.
A veces los que nos gusta expresar las palabras a través de caracteres encontramos que la tinta se acaba por momentos y las musas nos abandonan. Me levanto a servirme otra taza de café. Rebusco entre mis pensamientos recuerdos vividos que por el momento son fragmentos de sucesos acabados y otros tantos por comenzar; trasnochados en la mente inquieta de este humano que desea estampar su impronta en el papel.
Y los cristales siguen inundándose de lluvia y sobre las techumbres sobrevuelan palomas en busca de que alguien se apiade de sus vacíos estómagos con lo que les sobre de comida.
Sigo con la pluma en mi mano narrando apenas mi falta de inspiración.
Es extraño, soy consciente ahora de que la vida transcurre aún si dejo de escribir, los autos que miro andar, el viento arrastrando las hojas de algún descuidado periódico, el envase plástico corriendo entre las aguas fluyentes de los caños y las palomas que aún vuelan.
No soy único en este conglomerado de hechos por narrar, la vida misma se narra sola, quedando a veces atrapada entre letras, las que los escritores construyen.
Miro de nuevo la ventana y las gotas de lluvia me recuerdan que las musas no llegan hoy, quizás cuando escampe regresen.
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