sábado, 5 de mayo de 2012


EL CANTO DEL YIGÜIRRO
 (CUENTITO INFANTIL)

Revolcando papeles, me encontré con este cuentito que escribí de joven hace ya algunas décadas (por ahí de los ochenta). Me pareció importante rescatarlo porque es el retrato de nuestra ave nacional: el yigüirro, que en su sencillez ha trascendido nuestra identidad como costarricenses pues la encontramos en casi toda nuestra literatura. Es un ave muy difundida en nuestro territorio y siempre nos anuncia que el cambio de estación seca a lluviosa está por venir.
Cada vez que oigo su canto sacude mis recuerdos de infancia cuando solía escucharlo posado en el tendido eléctrico o en la copa de los árboles de mi querida Escuela Naciones Unidas, en Barrio La Cruz.

Así como de sencillo es mi cuento, así de sencilla es esta avecilla. Así como de bello es su canto, así de bella es la dicha de los que lo escuchan...

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"El calor empezaba a sentirse. No había brisa y los pastos estaban secos y amarillos. Del gran estanque que una vez existió sólo quedaban unos pequeños charquitos que únicamente servían para apagar la sed por un instante de las aves más pequeñas.


Sí, el verano había asentado sus raíces en toda la comarca y casi todos los animales habían muerto de sed y de hambre. Eran muchos los que habían intentado hacer llover, pero ninguno de ellos había tenido éxito.


Una tarde, el yigüirro estaba volando muy cerca de los pastizales resecos cuando de pronto vió que un comemaiz yacía en el suelo casi muerto y a merced del abrazador sol. Entonces al ver tal escena agarró a la avecilla de una pata y la colocó en un lugar sombreado y fresco. Después pensó que debía hacer algo para remediar la sequía, asi que rápidamente se posó en la rama más alta de un poró, donde cantó incesantemente una oración. Y su canto lastimero estremeció al cielo mismo. Y el Señor, que todo lo ve mandó la lluvia sobre esa desolada tierra; gracias al corazon noble de aquel sencillo yigüirro.


Es por eso que hasta el día de hoy se escucha en verano el canto del yigüirro, posado en lo alto de un alto poró.

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