RETRATO DE UN BARDO HASTA EL FINAL.
Detrás de aquella quebrada ventana el mundo se le mostraba como un calidoscopio de nubarrones grises, chimeneas humeantes y gentes sin nombre. Detrás de aquella vidriera entre abierta, la noche se le abalanzaba sobre sus grises ojos y de su boca una tonada triste llenaba el aire de aquel cuarto tres por tres, una canción que aquel olvidado hombre rehusaba cantar, aunque la melodía se empeñaba en bailar en su mente como una fotografía de infancia amarillada en la pared, sacudida por el vaivén del viento. La vejez le había llegado más de prisa de lo que esperaba y el poco tiempo que le quedaba no la iba a perder viendo detrás de aquella maltrecha ventana, dedicaría sus últimos años a transmitir todo lo vivido, sus amores de tardes de sábana, sus viajes vividos, de torrentes de agua cristalina, hierba fresca en sus pies y guijarros de caminos transitados en mañanas de domingo, de velas encendidas en navidades olvidadas y cometas lanzadas al viento en plazas de verano. Sería poeta hasta el último segundo, moriría con una pluma en su mano y un poema en su pecho, así decía deseaba lo encontraran el día en que la casera se atreviera abrir su puerta, angustiada por la súplica de alguno de sus familiares que notaran su ausencia. Aunque vivía solo, no se sentía así, la pluma, el papel y su memoria le acompañarían desde siempre hasta atravesar el umbral de su muerte. Sería un bardo hasta el final.
No hay comentarios:
Publicar un comentario