A Dios al dador de todo
y de todo lo que es creado.
Al Único e Inescrutable
e inexpugnable sus caminos
A su Magnificencia, su Honorable
presencia y Omnipotente Realeza.
A su ensalzable Belleza que reina en
el Cielo y la Tierra.
Al que en el horizonte su grandeza revela,
como trueno que embelesa los sentidos
del que espera, su humanidad a cuesta
depositar sus penas.
¡A mi Dios, a Yahvé, al Innombrable, reclamo su
honra por siempre.
Y de las manos humildes de este humilde mortal
deposito en Él mis torpes letras!
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