martes, 31 de enero de 2012

ENCUENTRO

EL ALMA DESNUDA

Desnudé mi alma
de carros y calles,
de voces y gente.
Me revestí con armadura de silencio,
para no mirar atrás,
para no mirar al frente,
para no mirar el cielo,
ni para mirar mis pies.
Me bebí mis furias,
me tragué mi fe.
Encontré en el silencio,
la vastedad de la vida
y la soberbia de un hombre.
Mastiqué mi tristeza,
hasta dejarla como melaza.
Me hundí en mí.


SOLEDAD

Rasqué mi cabeza
y la alegría no salió.
Me encontré con que ya
no era el mismo.
Estaba solo.
Mi alma estaba desnuda,
y el frío la traspasaba.
No vestía trajes,
ni portaba oro.
Como niño de pecho lloraba.
Estaba perdida.
Olor a barro traía la noche.
Olor a incienso portaba la brisa.
Mi alma estaba desnuda
y no quería vestir.
No quería olfatear barros inmundos.
Quería respirar olores de aliento.


COMUNIÓN

Pero no estaba completamente sola.
Encontró a otras almas.
Unas con hambre,
otras con cena.
Unas con paz.
Otras con guerra.
Encontró todo tipo de almas,
blancas,
negras,
verdes y amarillas.
Grandes y bonitas,
pequeñas y feas.
Gordas y felices,
flacas y tristes.
Pero todas eran iguales,
¡Eran almas!.
Mientras unas reían,
otras lloraban
Mientras unas oraban,
otras maldecían.

Al fin la mía comulgó con ellas.
Era parte de ellas...

ENTRADA

Trac, trac suena en los charcos.
Trac, trac en las calles.
Trac, trac en el valle.
Corre y corre el alma tras de sí.
Corre y no encuentra la puerta.
¿Por dónde entrar?, ¿Por donde seguir?.
¡Por ahí!, ¡por ahí!, dijo la Voz.
¡Por ahí!.
¡Ustedes también pasen!.
Pasen las blancas y negras,
las verdes y amarillas.
Una por una, pasen, pasen...

VUELVO

Abrí mis ojos
y sólo era yo.
No estaba sólo,
encontré mi alma.
Ya no vagaba,
estaba conmigo,
me sonrío.
Nadie ocupaba
aquella dualidad.
Sólo era mi alma
y yo.

TRIADA

No, ya no eramos dos.
La naturaleza no gusta de las parejas,
siempre interfiere un tercero, un cuarto
o hasta un quinto.

Dos banderas y un armamento
forman una guerra.
Dos naciones y una barda,
una frontera.
Éramos tres ahora,
y éramos uno a la vez.
Cuando le sonreíamos,
Él nos sonreía.
Cuando llorábamos,
Él también lo hacía.
Éramos tres, pero éramos uno.
No tenía miedo,
pues Él no era guerra.
No sentí barreras,
pues no era frontera.
Era todo amor,
todo comprensión.
Me brindó su mano,
y me invitó a caminar.

Hay algunos que lo llaman Luz.
Hay otros que lo llaman Redentor.
Mi voz úncamente lo llamó amigo.
Mi amigo.

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