La quinta hoja del trébol
Salió en busca del trébol de cuatro hojas. Le dijeron que detrás de la quebrada, entre los juncos de la orilla una cepa de tréboles crecía fuerte a los rayos del sol y entre tantos, al menos uno de ellos encontraría. Se dirigió hacia allá con la convicción de que volvería con esa planta y le enseñaría a su madre el tesoro encontrado. Dicen que los de cuatro hojas traen buena suerte, pero para él la suerte misma sería hallar uno de ellos entre los de tres hojas. Después de saltar entre las piedras que servían de puente y atravesar el enmarañado juncal, llegó por fin al sitio. Con sus manitas fue rebuscando en el suelo las diminutas plantas , apartando uno a uno los comunes tréboles hasta que después de un cuarto de hora y cansado de tanto buscar, no halló el esperado número de hojas en la planta. Ya iba a desistir y darse vuelta para regresar cuando sus ojos se posaron sobre una planta aún más especial y extraña que la de cuatro hojas, cerca de una piedra cubierta de musgo, y rodeado de margaritas, un hermoso trébol de cinco hojas crecía solitario muy cerca de ahí. Cuando ya se estaba acercando para cortarlo, decidió cambiar de estrategia y pensó:
"Mejor no lo corto completo, sólo voy a quitarle la quinta hoja y se la llevaré a mamá, así cada vez que regrese le daré tiempo al trébol para que le crezca una nueva ". Así lo pensó y le quitó la hoja que le sobraba al particular trébol.
Contento llegó donde su madre y le enseñó la hojita en forma de corazón verde , y con ese orgullo inocente que sólo tienen los niños le contó lo sucedido. La madre sonriente, se agachó lo miró tiernamente y le beso la frente, luego se dirigió a él :
"Gracias hijo, por este regalo , seguro que sí existen los tréboles de cinco hojas, aquí tengo la prueba, la quinta que faltaba.
¡Vamos muéstrame tu trébol!".
Y poniéndose de pie, los dos fueron en busca de la famosa planta, que de seguro crecía a orillas de la quebrada muy cerca de los juncales.
En efecto, cuando llegaron cerca de la piedra cubierta de musgo y blancas margaritas, ahí estaba solitario el hermoso trébol con sus cuatro hojas, la madre aún llevaba en su palma la quinta en forma de verde corazón. El niño, poniéndose el dedo índice en los labios susurró un fuerte ¡Shsss!, silencio mamá esperemos a que le crezca la hojita que le falta...
"Mejor no lo corto completo, sólo voy a quitarle la quinta hoja y se la llevaré a mamá, así cada vez que regrese le daré tiempo al trébol para que le crezca una nueva ". Así lo pensó y le quitó la hoja que le sobraba al particular trébol.
Contento llegó donde su madre y le enseñó la hojita en forma de corazón verde , y con ese orgullo inocente que sólo tienen los niños le contó lo sucedido. La madre sonriente, se agachó lo miró tiernamente y le beso la frente, luego se dirigió a él :
"Gracias hijo, por este regalo , seguro que sí existen los tréboles de cinco hojas, aquí tengo la prueba, la quinta que faltaba.
¡Vamos muéstrame tu trébol!".
Y poniéndose de pie, los dos fueron en busca de la famosa planta, que de seguro crecía a orillas de la quebrada muy cerca de los juncales.
En efecto, cuando llegaron cerca de la piedra cubierta de musgo y blancas margaritas, ahí estaba solitario el hermoso trébol con sus cuatro hojas, la madre aún llevaba en su palma la quinta en forma de verde corazón. El niño, poniéndose el dedo índice en los labios susurró un fuerte ¡Shsss!, silencio mamá esperemos a que le crezca la hojita que le falta...
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