EL DAÑO
Vi entre la hierba, un retoño de amapola que recientemente desplegaban
su hermoso color escarlata al sol.
Lo quise arrancar por el
solo hecho de entregarme al placer de oler su exquisita fragancia.
Así lo hice mientras pensaba
para mis adentros:
“¡A nadie hago daño con
esto!
Esa tarde, la abeja, la
mariposa y el colibrí notaron la ausencia de aquella hermosa flor…
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