sábado, 9 de junio de 2012


LLUVIA SOBRE HAITÍ

Llueve sobre Haití y las madres aún no encuentran consuelo.

Por las calles, el agua amaina por momentos el llanto de quienes miran al mar buscando el salobre aire de otras tierras, de las áridas arenas del desierto y la nostalgia de volver al inicio de los tiempos.

De una África ancestral y la Casa de sus Padres.

Llueve sobre Haití y una niña tropieza con su propia esencia y se percata que ya nunca más jugará a las muñecas, deberá buscar su sustento diario.

Llueve sobre escombros y campos abandonados, sobre las techumbres y los pastos secos, sobre la ira de quienes lo han perdido todo y la duda del qué vendrá.

Moja las frentes rotas, lava la sangre sobre los corales y sube las montañas.

Esta noche en los valles cientos de hombres vagarán por las calles empuñando objetos para lanzarlos luego sobre ventanales.

Una cámara de video aguardará el momento de mostrar rostros silentes contra las miradas del mundo, mientras el viento se lleva el olor de humanos que ya no están.

Llueve y aún las madres no encuentran consuelo, porque cientos de ángeles con caras de niños volarán sobre la ciudad, sin encontrar donde anidar de nuevo, quizás solo en los corazones dolientes de quebrantadas mujeres en espera de que la alborada las encuentre vivas.

Sobre el cielo nocturnal una estrella fugaz surca los cielos, mientras un solitario hombre sentado sobre un derruido edificio le sonríe a la luna, mientras de sus ojos brota una lágrima.

Decide bajar y no llorar más, entregar sus manos a otros para regalar calor y esperar la mañana para empezar de nuevo.

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