viernes, 22 de febrero de 2013



EL DAÑO

Vi entre la hierba, un  retoño de amapola que recientemente desplegaban su hermoso color escarlata al sol.

Lo quise arrancar por el solo hecho de entregarme al placer de oler su exquisita fragancia.

Así lo hice mientras pensaba para mis adentros:
“¡A nadie hago daño con esto!

Esa tarde, la abeja, la mariposa y el colibrí notaron la ausencia de aquella hermosa flor… 



RETAZOS DE ESENCIA.

¿Qué es el hombre al final de sus días?

Vanidad hecha briznas sobre una piel ya inerte.

Madeja de orgullo en oscuro subsuelo.

Glorias pasadas en olvidados cementerios.

Así es el hombre al final de sus días. 

Una ínfima partícula.

Un retazo de esencia... 

domingo, 10 de febrero de 2013



MIENTRAS TANTO SIGA VIVO

Masticando pensamientos
con la rabia de no ver el camino,
un día  encumbré mis deseos,
a la altura de lo escrito.

Escribí de hombres que no
mastican pensamientos, sino
de hambres pegados a los basureros.
De mujeres pariendo soledades
y niños sin escuela ni recreos.

Escribí de gobiernos asesinos
y líderes que  levantan puños en
los púlpitos por un Dios que se
desangra.

Alcé mi pluma, más de una vez
para tachar de negro
palabras que no quise pronunciar:
Guerra, muerte y esclavitud.
Odio, avaricia e intolerancia…

Escribí  también de desamores,
traiciones  y olvidos. 
De tristezas, añoranzas y fatigas;
pero aún no olvido que mi pluma,
escribe lo que yo también le exijo.

Aún controlo mis manos,
y del lienzo de mis papeles
dibujados están mis amores:
Tardes bellas en los abrojos,
sonrisas francas de los niños
y amaneceres cálidos en alguna piel.
¡Me doy cuenta que aún puedo escribir,
mientras tanto siga vivo..!



sábado, 9 de febrero de 2013



“No hay peor tragedia
que estar sujetos
al tiempo,
en espera de que la
vida nos de
una oportunidad,
cuando esta ya
se nos había presentado
minutos atrás, distraídos
por mirar las agujas del reloj.”   



"No toda palabra que nace 
del corazón, pasa por el cerebro"

domingo, 3 de febrero de 2013


 


MI DESTINO

Como luciérnagas que alumbran los caminos
Como el viento alado en las copas de los pinos
Tu alma libre corre en mis venas

Como amor prendido del ocaso
Voy dejando gotas de recuerdos
Sobre tus blancos vestidos.

Y mis manos buscan ansiosas
Verter el agua de mis ojos
Sobre el fino lienzo de tus rizos
Alegrarme de nuevo
De encontrarte en mi destino



PUERTAS ABIERTAS

Miro puertas que se abren, otras que se cierran.  Ventanas que transparentan cotidianidades, voces de niños llorando, canciones que alguna vez escuché en lejanos años; luces en las faldas de antiguas montañas que me recuerdan que el presente siglo ya llegó a esas inmensidades; mientras sentado en el asiento de algún autobús la noche cobija mis pensamientos los convierte en palabras que garabateo con cada movimiento serpenteante de esta máquina rodante y que en cada bache del asfalto los caracteres mal logrados intentan contar una historia.   Me doy cuenta que la nocturnidad me  atrapa en este breve relato.
Miro puentes que sostienen vías, edificios por todos lados; luces de neón e innumerables  elementos propios de cualquiera de nuestras  urbes, mientras a mis oídos siguen llegando melodías de antaño.
El viento a través de los ventanales rodea mi cuello y me hace estremecer.  Continúan llorando en afán de súplica los niños que escuché hace pocos minutos atrás.
Termina mi corto viaje.  Al abrirse las puertas del autobús me doy  cuenta de que el camino a casa acaba, salgo de él y al mirar el árbol de poró que sostiene una cerca y que me sirve de referencia  para demarcar el lugar; me alegro de saber que detrás de la puerta que acabo de dejar, hay otras que me invitan a entrar. 
¡Aún hay puertas de hogar que se abren para mí!
Me recibe mi esposa después de un día de trabajo…



MI SEÑOR

Señor estoy solo y el frío arrecia.
Señor estoy donde no quiero estar.
Acompáñame para no perder mi senda.
Señor creo que me equivoqué y mis pasos
me conducen entre zarzales, cardos y maleza,
que no me permiten divisar el correcto camino.

Señor oscurece y mi corta vista no alcanza la Luz de tu mirada.
Sé mi faro, mi linterna en la bruma.
Señor escucho voces en todas partes
que aturden mi paz.
Sosiega mi alma con tu dulce voz, o al menos
sé el trueno que silencie las voces cotidianas; las que me alejan de lo bueno, lo afable, lo divino.
Señor  sé mi dueño, no me dejes
¡Acompáñame! .
Echa fuera de mi el miedo…
El que impide acercarme a Ti…
Señor… mi Señor…